Las primeras líneas del relato constituyen un buen ejemplo de ello: “Comencé a darme cuenta de lo complicada que es la vida el día que decidieron venderme. Hasta entonces todo había marchado bien y yo creía que el mundo era un lugar abrigado por el dulce calor de mi madre, donde uno retozaba mañana y tarde con hermanos juguetones”(p.s/n).
La aventura comienza cuando Goig escapa de su hogar -al darse cuenta que su entrañable amigo Martín se ha ido a otro país para estudiar-y se embarca rumbo a Francia en la búsqueda de su amo. La huida marca la pauta para que se desarrollen las acciones y la historia cobre intensidad. La narración es amena y el humor no deja de estar presente en este extraordinario relato cuya propuesta narrativa supera los estereotipos más comunes de las producciones literarias infantiles. Y eso es lo que ha llamado mi atención en esta obra.
La voz del narrador nos relata en primera persona –a través del personaje principal, Goig –las vicisitudes por las cuales atraviesa el boxer en compañía de su dueño. Pero más que aventura, es un relato de ficción que nos conecta con la profunda relación de amor y lealtad que une a Goig con Martín.
Sin duda alguna, este cuento cautivará–como lo ha hecho conmigo–a todos los lectores que gusten de finales sorprendentes y de historias donde el afecto, la amistad y la solidaridad resaltan como valores incuestionables de la vida.
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